Paro y emprendedores
Un 26% de paro entre la población activa es una situación alarmante que ha obligado a muchos trabajadores a buscarse el pan por cuenta propia. Las crisis económicas, también aquellas tan profundas como ésta que nos ha tocado vivir, son un impulso, un incentivo, para los emprendedores, es decir, todos aquellos ex trabajadores asalariados – ahora sin empleo- que han decidido darse trabajo a sí mismos. Pero emprender no es tarea fácil.
La situación económica mundial es difícil, especialmente en España, donde más de un cuarto de la población activa está en paro. La obtención de un ingreso mensual es la preocupación principal de muchas familias que han visto notablemente mermados sus ingresos a lo largo de los últimos y duros años, reducidos a los subsidios de paro o al salario de alguno de los integrantes de la unidad familiar.
La búsqueda de trabajo es siempre una ardua tarea, más aun si cabe en este contexto, donde ha menguado sustancialmente la demanda de trabajo y, a su vez, ha crecido la oferta de fuerza de trabajo – cada vez con más conocimientos y más preparada-. Es por ello que muchos ex trabajadores por cuenta ajena han decido buscar una medida ajustada a los nuevos tiempos que corren.
Si el trabajo escasea, si la posibilidad de entrar a trabajar para la empresa de otro es difícil – por las escasas oportunidades y la superpoblación de oferta- entonces la mejor solución es darse trabajo a uno mismo. Las crisis económicas, por sus efectos sobre el empleo, siempre son un buen incentivo para crear un negocio propio, desarrollar una idea y desarrollar un proyecto personal nuevo. Muchos son los españoles que tratan de dar respuesta a sus necesidades apostando por liderar y gestionar un nuevo negocio, bien sea novedoso o más tradicional, una empresa de programación en la nube o un comercio como los de toda la vida. Sea como sea, el objetivo siempre es el mismo: procurarse uno mismo el salario, eludiendo la necesidad de perseguir inalcanzables ofertas de empleo y huir de la temporalidad e inseguridad del mercado laboral actual.
Pero emprender no es una tarea fácil, y no sólo por el riesgo, la suerte y el esfuerzo e implicación necesarios, si no porque España es uno de los países europeos cuya legislación entorpece más la creación de una nueva empresa. A nivel mundial, España ocupa el puesto número 146 en cuanto a la dificultad de crear una empresa; y a nivel europeo – sólo países de la Unión Europea- es el penúltimo país en facilidad para crear una empresa, sólo por detrás de Grecia.
A lo anterior se suma, además, que en España, y a diferencia de la mayoría de países, es imprescindible contar con una escritura pública de constitución firmada ante notario, que asciende a un coste de unos 500 euros. Una barrera pequeña, quizá, pero que imposibilita muy buenas ideas por desviar la inversión del negocio en trámites para la administración. Dinero que, además, no puede gastarse alegremente en los tiempos que corren.
Crear una empresa en España, además, puede conlleva 10 trámites burocráticos y más de 47 días. Nuestra vecina Portugal, en cambio, resuelve el proceso en 3 trámites y 3 días. Sin duda, una legislación más rápida permite aprovechar mejor las coyunturas del mercado y las oportunidades de negocio.
Por todo ello, si bien emprender un negocio puede ser una solución atractiva para afrontar las dificultades económicas y la escasez de empleo, también es una larga y costosa tarea en tiempo, esfuerzo, dinero y, también, en trámites administrativos. Una regulación más ágil haría más atractivo iniciar nuevos proyectos y una mejor financiación al emprendedor permitiría una salida, una escapatoria, del paro hacia la ocupación y la mejora de la situación económica de muchas familias.