Caja registradora automática: evolución e historia
Los orígenes de la que hoy es la caja registradora automática se remontan al siglo XIX. El 30 de enero de 1883, James Ritty, el propietario de un bar en Dayton, Ohio, y John Birch patentaron el primer modelo de caja registradora. James Ritty inventó lo que fue apodado como el «cajero incorruptible» o la primera caja registradora mecánica. La máquina utilizaba una herramienta que contaban las revoluciones del propulsor de un barco a vapor para indicar el importe total de la compra. Había una campana para marcar las ventas. También tenía un sumador total que sumaba todos los valores en efectivo de las pulsaciones de teclas durante un día. Su invento llegó con ese sonido de campana tan familiar.
El crecimiento exponencial de la caja registradora
Después de leer una descripción de la caja registradora diseñada por James Ritty y vendida por National Manufacturing Company, John H Patterson compró varias de ellas para usar en su tienda. Más tarde decidió comprar tanto la patente de la empresa como la de la caja registradora por 6.500 dólares. Cambió el nombre de la empresa a National Cash Register Company en 1884. Patterson se convirtió en un hombre de negocios de éxito gracias a esa decisión. Ochenta y cuatro empresas vendieron cajas registradoras entre 1888 y 1895, solo tres de ellas sobrevivieron mucho tiempo.
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Con el deseo de Patterson de crear cajas registradoras más grandes, mejores y a prueba de ladrones, su compañía creció exponencialmente a finales del siglo XIX y principios del XX. Patterson continuó mejorando la invención de la caja registradora de Ritty, agregando rollos de repuesto para realizar las transacciones del día en cada rango de precios. Lo hizo gracias a la inclusión de una perforadora en cada caja registradora y al papel que tendría columnas invisibles separadas que representarían centavos y dólares. Si el papel tuviera dos agujeros en la columna de dólares, por ejemplo, y 50 agujeros en la columna de centavos, el total sería dos dólares y cincuenta centavos. Cuando se completaba una transacción, sonaba una campana en la caja registradora y la cantidad se almacenaba en un dial grande en la parte frontal de la máquina.
Durante cada venta, se perforaba una cinta de papel con agujeros para que el propietario de la tienda pudiera realizar un seguimiento de las ventas. Al final del día, el podría sumar los agujeros y, por lo tanto, su efectivo diario. En 1906 se diseñó una caja registradora con un motor eléctrico, convirtiéndola en la primera caja registradora motorizada. Durante el período de 1888 a 1915, la caja registradora, revestida con elegantes estuches de metal fundido, se extendió por casi todos los establecimientos minoristas.
La caja registradora automática
A lo largo del siglo XX se han realizado muchos avances en las cajas registradoras. No solo se han vuelto más difíciles de robar para los ladrones, sino que han hecho que tiendas y restaurantes sean mucho más fáciles de gestionar y más rentables. En la actualidad, las cajas tecnológicamente más avanzadas son las cajas registradoras automáticas que tienen las siguientes características:
- Aumentan la seguridad del dinero.
- Acaban con los descuadres de caja.
- No hay errores en el manejo de efectivo.
- Se pueden controlar desde el móvil.
- Mejoran la atención al cliente agilizando el proceso de pago.
- Al ser más rápidas, aumentan las ventas.
- Evita quedarse sin cambio.
- Son modulares y escalables.
- Compatibles con tu sistema de gestión.
- Es el sistema más higiénico al no tocar con las manos el efectivo.
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